jueves, 10 de febrero de 2011

HUGO CHÁVEZ FRÍAS: EL ROMPEDOR DE ESQUEMAS

Hugo Rafael Chávez Frías, Presidente de la República Bolivariana de Venezuela desde 1998, elegido democráticamente, según los cánones electorales de las democracias parlamentarias occidentales, es uno de los estadistas latinoamericanos contemporáneos, sin lugar a dudas, más controvertidos en los últimos años. Goza, por una parte, de la simpatía y el apoyo de grandes sectores sociales en Venezuela y de la solidaridad internacional de naciones, pueblos y ciudadanos del mundo antiimperialista. Al mismo tiempo, es repudiado y vilipendiado por la burguesía nacional e internacional, y por el imperialismo norteamericano y sus aliados. Hugo Chávez es un personaje político que polariza y a quien, a mi juicio, no se le escatiman las injurias. La crítica superficial y burda que diariamente se publica en el extranjero, a través de los medios de comunicación, es una cortina de humo que pretende desvirtuar el papel del dirigente revolucionario en la palestra internacional y opacar los logros de la revolución bolivariana. A pesar de haber cumplido con todos los requisitos requeridos por los “paladines de la democracia parlamentaria” para asegurar cualitativamente el proceso electoral, es decir, reducir al mínimo las posibilidades de contaminación del voto popular, Hugo Chávez Frías es considerado un dictador. Sobre todo en los Estados Unidos, país “protector de los valores democráticos occidentales”, la gran mayoría de la sociedad está convencida que el presidente de Venezuela es un tirano, sin tomar en cuenta que precisamente los Estados Unidos de América, no son el paradigma de la participación cívica masiva en las elecciones presidenciales (aspecto fundamental en toda democracia) ni en la transparencia de los procesos de control y computo.

El regio exabrupto de Juan Carlos I en el año 2007 en Santiago de Chile, fue la expresión verbal de la arrogancia e incapacidad de la burguesía internacional (aunque el autor haya sido un monarca) de aceptar políticos irreverentes de la talla de Chávez, con la independencia necesaria para oponerse al poder hegemónico imperial. Pero también es importante señalar que existen sentimientos encontrados en relación al Comandante dentro de algunos sectores de la ortodoxia marxista revolucionaria y la izquierda moderada latinoamericana, quienes estaban tradicionalmente acostumbrados al líder político de izquierda, con un discurso político solo para los iluminados. Éstos no dan pie con bola hoy con el eclecticismo chavezciano.

La clave para entender la personalidad del ente político Hugo Chávez requiere, según mi opinión, de un breve análisis previo de su entorno social y cultural. Es decir, la idiosincrasia del pueblo venezolano. Estoy consciente que las generalizaciones, cuando se consideran absolutas e inamovibles, siempre conducen a errores de apreciación y valoración o en el mejor de los casos, a caricaturas estereotipadas. No obstante, sí éstas son empleadas, como método de aproximación ponderado, pueden contribuir a que el análisis en cuestión se acerque tendencialmente a la verdad relativa. ¿Existe el fenotipo venezolano? Pienso que sí. Permítaseme un breve excurso a fin de reforzar mis argumentos. En la época dorada de los petrodólares, en los años del primer mandato del recién fallecido ex presidente Carlos Andrés Pérez, Alemania recibió a muchos estudiantes venezolanos de ambos sexos. Fue durante esos años que tuve la oportunidad de relacionarme directamente con la cultura venezolana y su idiosincrasia. El universo estudiantil venezolano estaba representado por jóvenes que procedían de distintos sectores sociales y de los diferentes rincones del territorio venezolano. Había de todos los colores y mezclas, y ellos eran la mayoría latina en el Campus. El rasgo común entre tod@s, era su forma dicharachera de establecer relaciones y de ser muy dados a las bromas. Por supuesto, que dentro de este conjunto variopinto de individualidades, había uno que otro con personalidad introvertida, situación psíquica-emocional que no le impedía gozar de las chanzas de sus paisanos y además, lo colocaba, para su incomodidad, en el epicentro de la atención y lo consagraba como la excepción de la regla. Las características fenotípicas eran múltiples, pero como no se trata aquí de profundizar en el análisis diferencial de la cultura venezolana, sino más bien de delimitar aquellas que a ojos vistas identificaban al venezolano del resto del conjunto de latinoamericanos, concentro mi interés solamente en estas dos. Entonces, de manera empírica y con un método subjetivo de investigación, presumo que un 80 % de los venezolanos son dicharacheros empedernidos y juguetones. Esto no significa, bajo ningún punto de vista, que estas características mengüen la seriedad y sobriedad de sus opiniones. Basta con leer la diversidad de artículos en Aporrea, con títulos que causan hilaridad espasmódica y cuyos contenidos reflejan máxima seriedad o una infinita arrechera, para darse cuenta la forma en que los venezolanos tratan los temas político-sociales.

Hugo Chávez Frías es parte del pueblo y como tal, tiene los rasgos particulares descritos de la idiosincrasia venezolana. Nos puede gustar o no su discurso político, nos puede parecer fuera de lugar o no que responda preguntas cantando rancheras mexicanas, nos pueden apetecer o no los sancochos teóricos-ideológicos, con ingredientes que van desde Marx, Engels, Lenin, Mao, Gramsci, Luxemburgo, Guevara, Mahatma Gandhi, Víctor Hugo, Rousseau, Mariátegui hasta Nuestro Señor Jesucristo. Nos puede parecer o no un populista. Lo cierto es que Hugo Chávez ha roto con todos los esquemas en América Latina. Ahora bien, lo que sí es inaceptable y a la vez injusto, es que se le tilde de dictador.

Hugo Chávez provoca prurito político en las esferas imperialistas porque ha sido capaz de defender la dignidad de los más desposeídos de su tierra y del resto de América Latina. Porque no parlamenta con el lenguaje ambiguo de muchos líderes políticos, porque no se somete a los designios de los poderosos, porque no saben qué hacer con él. Hugo Chávez Frías no es querido por el establishment norteamericano y europeo, simplemente porque no se calla y porque habla por su pueblo.

Roberto Herrera 10.02.2011

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