domingo, 9 de junio de 2013

La pax americana o todo lo que el imperialismo norteamericano emprende para desplumar la paloma de la paz en América Latina

¿América Latina, el patio trasero de los Estados unidos?
Segunda parte


Parafraseando al presidente mejicano Porfirio Díaz (1830-1915), podría decirse, sin ofender y sin temor a equivocarse: Pobrecita América Latina, ¡tan lejos de Dios y tan cerquita de los Estados Unidos!

Las relaciones políticas de los Estados Unidos con la América India han estado históricamente marcadas por las asimetrías del poder político-económico-militar. Sin duda alguna, la independencia de los Estados Unidos en 1776 – la primera en el continente – y los inicios de la revolución industrial norteamericana en 1877 son factores de desarrollo político-social y económico que jugaron un papel determinante en la dinámica del desarrollo dialéctico desigual de las respectivas sociedades. No obstante, estas teorías desarrollistas – por muy interesantes que sean –, explican solamente aspectos parciales de las relaciones bilaterales asimétricas, no así, el comportamiento prepotente de los Estados Unidos a nivel político-militar, diplomático y comercial con América Latina.

Es un hecho incuestionable que las relaciones de los estados de Centro y Sur América con el gobierno norteamericano se desarrollaron siempre en un plano vertical, sobre todo durante el siglo 19 y el siglo 20. Esta relación jerárquica, cuyo carácter y contenido es imperialista, fue la que hizo posible la tristemente célebre metáfora del “patio trasero”. La doctrina Monroe demarcó el limes americanus.

En la Casa Blanca del Tío Monroe, unifamiliar y racista, América Latina era simplemente “el patio trasero“, el Gran Caribe la “alberca” y Panamá el “taller de armería”.

El especial interés de los Estados Unidos por Panamá, data de los tiempos de la guerra con España en 1898, cuando el gobierno norteamericano comenzó a dar los primeros pasos como nación aspirante a convertirse en imperio. La topografía del Istmo de Panamá presentaba todas las ventajas del terreno que una base estratégica de operaciones militares debe reunir. La construcción del canal interoceánico a principios del siglo veinte, no solamente acortó la ruta comercial intercontinental naviera, sino que también condicionó la instalación de bases militares para la “eventual” defensa estratégica del canal de Panamá y del espacio marítimo comprendido entre la Gran Cuenca del Caribe y el Pacífico Norte.

¿Cómo se convirtió Panamá en un campamento militar de los Estados Unidos?

Para explicar la presencia militar de los Estados Unidos en Panamá y su injerencia directa del gobierno en los asuntos internos del estado panameño es necesario tener en cuenta tres períodos históricos importantes en el devenir de la República de Panamá.

El primero está enmarcado a principios del siglo 19, cuando Tomas Jefferson – el presidente de turno en la Casa Blanca –, se entusiasmó con la idea de Alejandro de Humboldt de construir un canal interoceánico en el Istmo de Panamá. Este período finaliza en noviembre de 1902 con la ruptura definitiva de Panamá con Nueva Granada (la actual Colombia). El segundo período comienza en 1903, año en que Panamá se convirtió en República, azuzada y apoyada por el gobierno de Theodore Roosevelt. Esta etapa duró 33 años y terminó en 1936, cuando los Estados Unidos renunciaron al derecho de intromisión en los asuntos internos de Panamá, establecido en el artículo 136 de la constitución política de Panamá de 1904, que otorgaba al gobierno de los Estados Unidos el derecho a intervenir en cualquier parte de la república en aras restablecer la paz y el orden público. Los Estados Unidos se convirtieron tácitamente en el protector y celador de la independencia de Panamá.

De hecho existieron en este período dos Panamás: La hispanoamericana y la zona del canal. La primera, un protectorado con todas las de la ley, y la otra un enclave político-militar y comercial con un código de ley propio, aprobado por el congreso de los Estados Unidos el 19 de junio de 1934.

El último período comienza en 1939 con la entrada en vigor del tratado  Hull-Alfaro que oficializaba la renuncia explícita de los Estados Unidos a intervenir militarmente fuera de la zona del canal y además otorgaba a los panameños el derecho a transitar libremente por la zona del canal. Por otra parte, este tratado privaba al administrador del canal [los Estados Unidos] del derecho de expropiación. Esta etapa terminó el 31 de diciembre 1999, cuando el canal de Panamá quedó bajo la tutela del gobierno panameño. ¿El comienzo de una nueva era en Panamá?

Para garantizar la defensa estratégica del canal durante la segunda guerra mundial, los Estados Unidos montaron un cordón militar compuesto por bases militares aeronavales y fuerzas terrestres. El peligro del sabotaje al canal y las emboscadas marítimas por parte de la flota de submarinos hitlerianos en el Mar Caribe sirvieron de argumento político-militar para legitimar la existencia del cuartel general del Comando de Defensa del Caribe del ejército norteamericano en el Istmo de Panamá.

Después de finalizada la segunda guerra mundial, los Estados Unidos fortalecieron su presencia militar en Panamá, estableciendo con carácter permanente el cuartel general del Comando de Defensa Sur, el cual controla y dirige las operaciones defensivas estratégicas de Centroamérica, el Caribe y América del Sur. El cuartel general del Comando Sur del ejército norteamericano fue trasladado a Miami recién en 1997, es decir, cincuentaiocho años más tarde del estallido de la segunda guerra mundial. Las bases militares norteamericanas fueron clausuradas – oficialmente – dos años más tarde.

No obstante, el Istmo de Panamá continúa siendo catalogado por el departamento de defensa norteamericano como una base de operaciones militares estratégica en el marco de la “Seguridad Nacional”.

¿Entonces, ya no hay más bases militares en Panamá?

Sería ilusorio pensar que el departamento de defensa de los Estados Unidos se conformaría única y exclusivamente con el control vía satélite (GPS) de la Gran Cuenca del Caribe y del Istmo de Panamá. De ser verídica la información del Movimiento por la paz, la Soberanía y la Solidaridad entre los Pueblos (MOPASOL), en Panamá se encuentran funcionado 12 bases militares aeronavales.[1] Por otra parte, el ministro de seguridad panameño, José Raúl Mulino confirmó públicamente en octubre del 2012 la construcción de cuatro nuevas bases militares norteamericanas en suelo panameño. Lo cual significaría que en el territorio comprendido entre Panamá y Colombia estarían funcionando aproximadamente veinticinco bases militares modernas. Dado que muchas instalaciones militares son secreto de estado, es casi imposible conocer el número exacto de las bases militares operando en el Istmo de Panamá.

Bajo el manto de la guerra contra las drogas, los Estados Unidos justifican y mantienen su presencia militar en Centroamérica, el Istmo de Panamá y Colombia. El Plan Colombia es un proyecto económico-militar entre los gobiernos de Colombia y los Estados Unidos, concebido en 1998 y presentado oficialmente en 1999 por el presidente colombiano Andrés Pastrana, y que tiene como objetivos prioritarios aparentemente la erradicación de las causas socio-económicas de la pobreza, la violencia civil y la intensificación de la guerra contra el narcotráfico. Ciertamente, el consumo de drogas es un grave y serio problema social que afecta no solamente a la sociedad norteamericana, que dicho sea de paso, es la mayor consumidora de estupefacientes, sino que al mundo entero. Cabe preguntarse, si los medios militares son los idóneos para combatir eficaz y eficientemente la producción, el tráfico y el consumo de drogas.

El Plan Colombia comenzó en 1999 con un presupuesto de aproximadamente 7,5 mil millones de dólares, cuya finalización estaba planificada para el año 2005.

A la luz de los hechos, actualmente el Plan Colombia es solamente una mampara en función de la estrategia político-militar de la Seguridad Nacional. La guerra contra el “Narcoterrorismo” justifica de cara al Congreso y a la sociedad norteamericana, la presencia militar de los Estados Unidos en la región.

No obstante, tales programas socio-económicos, como el Plan para la Prosperidad y la paz en Colombia, concebidos y financiados por el gobierno de los Estados Unidos, están condenados al fracaso, puesto que estos seudo planes Marshalls no están dirigidos a erradicar verdaderamente los factores de pobreza y desigualdad socio-económica en los países donde la insurgencia es fuerte y organizada. Tanto el Plan Colombia, como el Bell Trade Act en las Filipinas en 1946 o la Alianza para el Progreso en 1961, son programas que forman parte de un plan global estratégico político-militar-económico de contrainsurgencia.

Es en función del concepto de Seguridad Nacional que los Estados Unidos desarrollan tácticas y estrategias de dominación. El establecimiento y consolidación de sus avanzadas militares, así como la formación político-militar e ideológica de sus “legionarios latinoamericanos” forman parte de ese plan defensivo estratégico. No es casual entonces, como se ha expuesto anteriormente, que Panamá fuera durante muchos años la sede de la Escuela Militar para las Américas, también conocida como la Escuela de los dictadores o Escuela de asesinos. Allí se formó y se entrenó la flor y nata de los personajes militares más oscuros y criminales de América Latina.

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